Un refrán popular del S. XVIII rezaba así:

“Los enemigos de España son tres:

La religión, los moros y el inglés.”

Nos vamos a retrotraer al año 1789 en Francia, en la que triunfa la Revolución. En este momento las monarquías europeas se alían, pues ven en Francia una nación peligrosa. Por ello España e Inglaterra comienzan una serie de tratados de colaboración para luchar contra Francia. De esta manera se firman tratados de asuntos navales y comerciales en 1790 y en 1793, así como el más importante el Tratado de Aranjuez en mayo de ese mismo año.

Los acontecimientos se aceleran y con el asesinato de Luis XVI en la guillotina el 21 de enero de 1793, se le declara la guerra a Francia en marzo de ese mismo año. España invade el Rosellón con las tropas al mando del General Ricardos que vence una y otra vez a los republicanos franceses, pero que falto de tropas y material decide acudir a Madrid para exigir a Godoy apoyo. En este momento Inglaterra posee 135 navíos y 102 fragatas, España con 79 navíos y 53 fragatas le sigue como gran potencia naval, aunque Francia posee 80 navíos y 69 fragatas pero la mayoría de sus mandos han sido asesinados, por lo que parece que se puede combatir en superioridad contra los franceses en cualquier parte y por cualquiera de las dos potencias aliadas. Sin embargo, en 1794, solo un año después de la invasión del Rosellón, el general Ricardos fallece y nadie es capaz de igualar su genialidad militar y la guerra se viene abajo y España es invadida por tropas francesas.

Paz y alianza con Francia

Rápidamente España firma el tratado de armisticio llamado la Paz de Basilea en junio de 1795, e Inglaterra contrariada empezará a ser hostil contra los barcos de comercio de España. A Godoy se le condecora como el príncipe de la Paz por este tratado. España ve obligada a pactar con Francia ante el temor de volver a ser invadida, además Inglaterra aun cuando no ha declarado la guerra a España, le hace todo el mal posible en la mar. Se firma el 14 de agosto de 1796 el Tratado de San Ildefonso. Este tratado obliga a España a apoyar a Francia con navíos de combate y caudales para la guerra, lo que virtualmente la hace aliada de Francia.

Debido a esto Inglaterra provoca la Batalla de San Vicente el 14 de febrero de 1797, y aunque es una refriega con la pérdida de cuatro navíos por parte española, para Inglaterra es la primera vez que se gana una batalla naval a la gran enemiga de todos los tiempos y es como una victoria sin par pues una flota de 15 británicos había ganado la mano a una gran flota española de 24.

Tras esta derrota se cesan todos los mandos que han participado y es nombrado D. José de Mazarredo para reorganizar la Armada Real, defendiendo Cádiz en 1797, Santa Cruz de Tenerife, donde Nelson es herido y pierde un brazo, y Puerto Rico.

Desembarco británico en Santa Cruz de Tenerife

En esta guerra se pierden la Isla de Trinidad y Menorca.

En estas circunstancias, el Directorio de Francia empieza a estudiar la idea de invadir Inglaterra para acabar con la guerra. Además toma fuerza el plan de tomar Egipto y controlar el mar Mediterráneo para estrangular el comercio con la India. De este modo la flota francesa al mando del almirante Brueys desde Tolón, y embarcando a un gran general francés, toma Malta y fondea en Aboukir. Será el 1 de agosto de 1798 cuando Nelson encuentra la flota francesa fondeada en Aboukir y la destroza sin piedad; de los trece navíos y fragatas allí concentrados, Nelson hunde seis y apresa cinco. Sólo dos navíos son capaces de huir de la masacre, y uno de ellos lo comanda un almirante francés: Villeneuve.

Sin embargo Nelson, que controla de forma asfixiante el Mediterráneo, no es capaz de evitar que el victorioso general de Egipto, Napoleón, regrese a Francia y de un golpe de estado, haciéndose con el poder en Francia.

En este estado de cosas y con la guerra en marcha, Francia firma otro tratado con España en 1800, el Segundo Tratado de San Ildefonso, lo que obliga a España a enviar navíos a Francia, navíos que no tiene y que necesita porque su enemigo inglés no hace mas que causarle bajas que no puede reponer.

Inglaterra, sin embargo, prosigue su guerra contra todo aliado posible de Francia y de este modo, el 2 de abril de 1801 destruye la flota danesa en Copenhague. Francia reacciona y provoca la Guerra de las naranjas contra Portugal, donde España invade el país vecino provocando el fin de la guerra al quedar Inglaterra sin ningún puerto amigo en todo el continente. De este modo se firma la Paz de Amiens en 1802, donde España recupera Menorca pero pierde para siempre la Trinidad.

A partir de este momento tanto Inglaterra como Francia lamen sus heridas pues se están preparando para otra guerra y entre 1803 y 1805 Inglaterra va a acosar a España en su comercio naval provocando que ésta le declare la guerra pues no puede permitir que España, su oponente real en la marina, se alíe con su oponente terrestre de nuevo. Tiene que empezar la guerra cuanto antes y no darles tiempo para recuperarse de la anterior. Le declara la guerra a Francia en 1803, pero queda España.

Razones para la guerra

Durante todo el año 1803 y 1804 se suceden una serie de ataques sin previo aviso y declaración de guerra contra barcos españoles siendo la gota que colma el vaso, la afrenta en el Cabo de Santa María el 5 de octubre de 1804.

Sir Graham More, al mando de las fragatas Infatigable, Amphion, Lively y Medusa, atacan a las fragatas españolas Medea, Fama, Clara y Mercedes al mando de D. José de Bustamante. No hay declaración de guerra por parte inglesa, pero esto no les obstaculizó para atacar sin piedad las fragatas españolas. Tras un combate breve, la fragata Mercedes explota, se cree que por la utilización de bola roja (bola de cañón calentada al rojo vivo para provocar incendios en el enemigo), y tras 5 horas de lucha, terminan rindiéndose el resto de las fragatas que componían el convoy español. Tras esto Carlos IV no tiene mas remedio que declarar la guerra a Inglaterra en diciembre de 1804. Sin embargo los preparativos para la reorganización de las fuerzas reales se vienen realizando previamente a la declaración; así en noviembre de 1804 se nombra Jefe de Escuadra al Teniente General Federico Gravina, que es embajador en París.

Batalla de Trafalgar, de Eduardo De Martino

Gravina, en sus atribuciones como embajador, recibe y firma un acuerdo secreto el 4 de enero de 1805 por el cual se comprometen España y Francia a rearmar sus puertos y estar dispuestos todos los preparativos navales a finales de marzo. Parece una locura dado el estado de la Hacienda para España, sin embargo las ordenes son cursadas y con gran apremio se van sucediendo los rearmes y puestas a punto de los navíos.

España se va a enfrentar a tres problemas en estos momentos:

  • Falta de marineros, que sobran en el norte y faltan en el sur por las pandemias. Para ello se aportan tres soluciones: llamada de matriculados, nueva recluta y recluta de condenados sin delitos de sangre para perdón de penas.
  • Falta de trigo. Sólo se hará acopio para seis meses de navegación.
  • Falta de acopio en los arsenales. Se desmantelarán y reutilizarán cañones y tripulaciones de otros navíos y fragatas.

Para el 15 de marzo de 1805 todo estaba dispuesto, España había cumplido con su tratado y se embarcaba en una aventura con un aliado que no sabrá sacar partido y enterrará para siempre la potencia naval española y francesa en un cabo llamado Cabo de Trafalgar.


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2 Comments

  1. Dani

    Lo que nunca he terminado de entender es porqué el estado de la Hacienda era tan malo. Carlos III dejó una hacienda saneada.
    En fin, muy interesante artículo. No se olvida de nada importante.

  2. Crisanto Lorente González

    Hola Dani
    habían pasado ya unos cuantos años desde Carlos III. Las guerras con Francia y con Inglaterra, en Florida, en Europa y América hicieron estragos en la Hacienda Real, además de lo que todos entendemos como gastos supérfluos y derroche que hay en toda administración. Si a eso le sumas que Francia invade el norte de España, las hambrunas de aquellos años y las epidemias, te encuentras que España no estaba en el mejor de sus momentos, lo que se traduce en políticas erráticas y pendulares que desbarataron aun mas el equilibrio monetario.
    Me alegra que te gustara el pequeño artículo, tienes mas información en el libro «Anatomía de una derrota: La Campaña Naval de Trafalgar: 1804-1805.
    Gracias.

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