Los altos del Pratzen son un lugar mítico. Mítico para los amantes de las Guerras Napoleónicas y mítico para los seguidores de la historia militar en general. El Sol de Austerlitz es otro de esos grandes referentes que viene rápidamente a la memoria cuando hablamos de la batalla acaecida el 2 de diciembre de 1805 en las inmediaciones de la ciudad de Brno, capital de la región de Moravia, ubicada hoy día en la República Checa.
El recordar un sol no parece propio de Centroeuropa. Y sin embargo sabiendo que el día amaneció entre brumas nos dará una idea de porqué se recuerda un sol. Esa niebla ocultó el despliegue imperial de la vista de los generales aliados, y dio la cobertura necesaria para los soldados de las divisiones del mariscal Soult según ascendían para tomar las posiciones clave de Pratzenberg –nuestros ya consabidos altos del Prazten- y Stari Winohrady. Podemos apreciar ambas cimas en la parte inferior derecha del mapa que acompaña este artículo, debajo y encima de la localidad de Pratze respectivamente. Según los presentes la niebla se disipó cuando los franceses llegaban a lo alto, dejando ver un refulgente astro rey a su frente que quedó grabado en sus retinas hasta acabar en cientos de libros de historia. Aquel sol señaló el camino de las divisiones de Vandamme y Saint Hilaire, acaso vigorizando a sus hombres cual hijos de Apolo para protagonizar una hazaña que dio a su emperador fama inmortal.
Los regimientos del Pratzenberg
Queremos en este artículo centrarnos en los regimientos que tomaron el Pratzenberg, colina poco elevada pero de gran importancia táctica. Aquellos soldados fueron la clave para la victoria aquel día, sin olvidar a los que defendieron el pueblo de Sokolnitz. El general Saint-Hilaire los dirigió magistralmente para hacer frente a varias amenazas en su no tan triunfal ascenso. No fue una lucha fácil ni fue una lucha rápida como había supuesto Napoleón, pero los hombres de los regimientos 14º, 36º, 43º, 55º y 10º ligero cumplieron su cometido, adquiriendo reputación de ser de los mejores de todo el Ejército francés.
Tras aquella célebre batalla muchas otras siguieron y, evidentemente, los renombrados regimientos participaron activamente en las guerras de los años sucesivos. He querido seguir sus pasos para comprobar si alguno de ellos vino a la Península. No ha sido menor mi sorpresa al verificar que todos ellos cruzaron los pirineos, combatiendo con mayor o menor intensidad contra los insurgentes, como ellos denominaban a los españoles que abogaban por el regreso de Fernando VII.
Sus acciones en la Península
Repasaré sus actuaciones en la Guerra de la Independencia, separándoles en las brigadas que formaban parte de la división de Sain-Hilaire en la campaña de Ulm-Austerlitz.
1ª brigada
El que menos tiempo estuvo en España fue el 10º ligero. Su participación fue en encuentros secundarios formando parte de la Armée du Nord, siendo el primero de ellos la acción de Alagón el 12 de diciembre de 1811. En el año 12 vio fuego en Ateca, Roncesvalles, Noveleta, Tafalla y Noaín, todos ellos embates de poca importancia con guerrillas de la zona. En 1813 abandona España tras la batalla de Vitoria, en la que no llega a participar. No parece que llegara a distinguirse en nuestra tierra.
Los 4 regimientos restantes tomaron parte más activa en la Guerra de la Independencia.

Jean-Baptiste-Jules Bernadotte por Louis-Félix Amiel
2ª brigada
El 14º entra en España ya en 1808, sitiando por dos veces Zaragoza y combatiendo en batallas de la entidad de Tudela, María, Belchite y Castalla. También participó en otros importantes asedios, Tortosa y Tarragona. Estuvo por tanto asignada a la zona de Aragón y Levante, a las órdenes del mariscal Suchet. Hasta 1814 no abandona nuestras tierras.
Del 36º regimiento sabemos que llegó a la Península también en 1808, permaneciendo aquí hasta el final de la guerra. Sus más importantes aportaciones fueron en la batalla de Gamonal, en La Coruña expulsando a los británicos al mar, en Oporto contra esos mismos casacas rojas cuando volvieron poco después, quizá en Ocaña –no es seguro-, en el sitio de Astorga, en Buçaco, Fuentes de Oñoro, Arapiles, Vitoria, Nivelle, Orthez y Toulouse. Fue asignado a la Armée du Portugal con el mariscal Masséna y con ese ejército permaneció hasta ser empujado allende los pirineos en 1813.
3ª brigada
El regimiento 43º fue el que más país conoció. En 1808 ya estaba en Espinosa de los Monteros, en 1809 en Ocaña y en 1810 en Buçaco. Pero en 1811 fue enviado al sur y combatió en encuentros menores como San Roque o Alhaurín. En 1813 participó en el gran repliegue de la Armée du Midi para llegar hasta Vitoria, donde sufrió la derrota que precipitó el fin de la guerra.
Por último sabemos que el 55º, probablemente el más atareado en cuanto a encuentros se refiere, ya estaba en España en 1808. Como batallas principales tuvo presencia en Talavera en 1809, La Albuera en 1811, Vitoria en 1813 y, ya en patria gala, Nivelle, Orthez y Toulouse.

Los mismos que asombraron al mundo
Los distinguidos regimientos que asombraron al mundo tomando una colina bajo un sol naciente pasaron sin dejar más que notas a pie de página en varios años de guerra en nuestra tierra. Fueron los mismos cuadros que entre 1805 y 1808 siguieron cosechando laureles en Jena y en Eylau. Ninguno faltó a ambas citas. Fueron las mismas águilas que, tras ser expulsadas de España, dieron de nuevo muestras de valor en Lützen, en Bautzen, en Dresden, en Leipzig…
Creo con esto poder llegar a la conclusión de que unos soldados disciplinados, de gran valor y posiblemente de los mejores de la época, por sí solos no podían suplir las carencias que existían en otras instancias militares. No es seguro que otros regimientos hubieran podido tomar el Pratzenberg, no es seguro que otro general que no hubiera sido Saint-Hilare hubiera sido capaz de llevarles a tal hazaña. Lo que parece seguro es que sin un general tan capacitado como él, sus regimientos no consiguieron marcar diferencia alguna en las mesetas castellanas, en el levante mediterráneo ni en los valles pirenaicos. Sin una visión como al del emperador no eran más que valor y determinación frente al talento de Wellington.
Mirando desde el otro lado del prisma igualmente afirmo que un Ejército es un todo, y no solo un general y su Estado Mayor. Cuando los veteranos que se habían entrenado en el Campo de Boulogne se habían disipado entre reemplazos tras años de guerras y fríos inviernos, ni siquiera Napoleón fue capaz de detener a los ejércitos de la Séptima Coalición. ¿Hubiera podido conseguirlo si hubiera conservado a esos grognards? Estratégicamente es difícil responder con un sí. Pero, como amantes de las ucronías, dejadnos imaginar…
Presentación de nuevo libro de Austerlitz, escrito por dos colaboradores de el primer edecán
He escrito este artículo para colaborar a la promoción de los nuevos libro y juego sobre la batalla de Austerlitz que actualmente Trafalgar Editions está intentando financiar a través de la plataforma Kickstarter. Soy el coautor del libro junto con Juan Carlos Lozano, colaborador también de este blog, gran conocedor del periodo y muy buen amigo. Os invito a todos a participar en el proyecto y os agradezco de antemano vuestro interés y difusión. Podéis encontrar toda la información sobre el crowdfunding pinchando aquí.
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