Juanito tintineante -o más bien Jingling Johnny– es el nombre que dan los anglosajones a un instrumento de origen turco que hoy día es poco conocido pero que hace un par de siglos era incluido por Mozart y Hayden en sus composiciones. El mismo Beethoven lo utilizó en su célebre Novena Sinfonía. Sin embargo no los verás ni oirás en ningún concierto, puesto que a día de hoy su sonido es imitado por el triángulo, es de suponer por razones técnicas y quizá logísticas.
¿Qué es un creciente turco?
El instrumento que nos ocupa se denomina chinesco o creciente turco en nuestra lengua, y está compuesto por un bastón o mango de madera, provisto de numerosas campanas, carillones y cascabeles que, colocados en tres niveles diferentes, repicaban al ser agitados. Sin duda una extravaganza oriental que los soldados británicos del 88º regimiento, o 88th Connaught Rangers como se les denominaba entonces, vieron como una presa digna de captura el 22 de julio del año 1812.
Los Arapiles
Aquel día unos pocos kilómetros al sur de la ciudad de Salamanca fue librada la Batalla de los Arapiles, una de las más decisivas de las Guerras Napoleónicas. El 88º formaba parte de la 3ª división británica, y por la posición que le fue asignada en su avance fue el primer regimiento en entrar en combate, rompiendo la extrema izquierda del despliegue imperial y desencadenando con ello una reacción en cadena que ya no pudo ser detenida por los franceses. Ampliaremos esa interesante historia en una entrada futura. De momento nos quedamos con el encuentro que sostuvo contra el 101º regimiento de línea francés, cuyo primer batallón portaba su águila regimental sobre un creciente turco, y que fue arrebatada en el calor del enfrentamiento por los británicos. Capturar un águila imperial era un honor al alcance de muy pocos, pero aquella traía consigo el extraño instrumento turco que enseguida los rangers nombraron como Jingling Johnny.

No se sabe con certeza cómo aquel chinesco llegó al regimiento francés. Rory Muir en su monumental ensayo sobre la batalla habla de que los imperiales lo habrían tomado a su vez de algún regimiento austríaco, que originalmente lo habría ganado a los otomanos. Sin embargo tras la ocupación de Francia tras Waterloo, los soldados del 88º estuvieron tratando de descifrar el enigma, llegando solo a saber de boca de oficiales del 101º francés que el creciente había sido capturado a los ‘moros’ varios años antes de Los Arapiles.
A partir de entonces el Jingling Johnny es considerado en los textos anglosajones como un rara avis, posiblemente tratando de conferirle una importancia inusual. Desde entonces fue portado en parada por el hombre más alto del regimiento a la cabeza del mismo, hasta que en la década de 1860, en la India, le fueron robadas las campanillas de plata originales. Desde entonces fue portado solamente en ocasiones ceremoniales hasta 1903, cuando dejó de ser usado de cara a su preservación. Pero, ¿era aquel creciente turco tan insólito cómo pretenden los estudiosos británicos?
Los otros Jingling Johnnies
Sin duda por entonces un creciente turco era considerado pomposo, y desde luego no era ni común ni frecuente. Pero tampoco era único, pues nuestra investigación al respecto ha dado con varios regimientos que poseían al menos en sus bandas. Decimos bien con al menos uno, porque sabemos que los Granaderos de la Guardia Imperial poseían no uno sino dos, como podéis observar en el detalle del maravilloso cuadro de Hippolyte Bellangé que os mostramos.

Un elemento de la escena que llama poderosamente la atención es la persona de color con indumentaria oriental que toca los platillos junto a uno de los crecientes. Un africano dentro de una banda militar de hecho no era tan infrecuente en la época, aportando un toque de etnicidad y distinción.
Es más, hemos conseguido acreditar varios regimientos imperiales que tenían entre sus filas a africanos, o mamelucos como se les conocía entonces, que tocaban el creciente turco, confirmando la idea de que tal instrumento era bien conocido por entonces en Francia. Por supuesto disponían de dos chinescos los escuadrones de mamelucos que Bonaparte importó tras su campaña en Egipto. Pero también las bandas francesas los tenían. En 1799, antes de ser proclamado el Primer Imperio, la 57º media-brigada francesa ya tenía su chinesco. El 18º regimiento de línea lo tiene confirmado en 1805, el 33º de línea en 1806, el 15º de infantería ligera en 1807, y la Guardia de París ya hacia 1810. En los Cien Días se sumó a la moda el 1º regimiento de infantería ligera.
Fuera de las fronteras del Imperio sabemos de varios chinescos. Por ejemplo en Holanda hemos encontrado dos, uno en la banda del 3º regimiento de Granaderos de la Guardia, y otro en el 7º regimiento de línea, siendo éste último el único mameluco que hemos encontrado vistiendo ‘a la europea’, con un uniforme idéntico al de sus compañeros, chacó incluido en lugar del turbante que visten todos los demás africanos, allá por 1810. Nápoles también tuvo al menos una banda con chinesco.

La prueba definitiva
Pero si queremos demostrar sin ningún género de duda que el creciente turco no era un instrumento tan excepcional en las bandas napoleónicas creemos haber encontrado la imagen perfecta. Se trata de un lienzo de Charles de Steuben donde se representa el encuentro de Napoleón con el 5º regimiento de línea cerca de Grenoble el 7 de marzo de 1815, tras haber huido de la isla de Elba.
La leyenda dicta que el corso, al encontrarse con las tropas que venían a detenerle, se abrió la casaca y exclamó:
“¡Si alguno de vosotros es capaz de disparar a su emperador, hacedlo ahora!”.
Napoleón Bonaparte
Sean esas palabras ciertas o no, lo que sí parece auténtico es el precioso creciente turco que podemos ver a la izquierda de la composición. El mismo emperador parece fijar su mirada en el instrumento, quizá sabedor, más que nosotros, de su estrecha relación con la música militar del Primer Imperio.
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