«La poesía es un arma cargada de futuro».

Gabriel Celaya

«¡Quién será pues el que no conozca que es honrarse a sí mismo el tributar honor a la sociedad en que ha nacido! Mas a pesar de lo natural y común que es en todos los hombres este sentimiento patriótico, parece haber épocas en que con mayor satisfacción y vanagloria se complace uno en revestirse y hacer alarde de la divisa de su Patria; y son aquellas en que en virtud de circunstancias políticas y extraordinarias resplandecen con más energía las cualidades más hermosas del carácter nacional».

Juan Bautista Arriaza

Válgannos estas palabras de Juan Bautista Arriaza, escritas en 1810, para entender cómo, durante el período de la Guerra de la Independencia, proliferaron poesías y cantos patrióticos, con el objeto de describir los acontecimientos que estaban ocurriendo en España, ensalzar los ánimos de los combatientes e, incluso, arengar al pueblo a que tomara parte en la contienda, porque, como bien decían los romanos, Dulce et decorum est pro patria mori. Dicho que tiene su reflejo en estos versos cantados, cuyo autor es el mismo Arriaza:

«Vivir en cadenas 
¡Cuán triste vivir! 
Morir por la Patria
¡Qué bello morir!»      
            

La poesía fue el primero de los géneros literarios que se hizo eco de la situación y los poetas neoclásicos del momento tomaron la pluma para ponerla al servicio de la causa contra Napoleón. Estos autores utilizan un estilo cuidado, muchas veces salpicado de referencias mitológicas, y una métrica clásica, como corresponde a la época. Así, el presbítero Juan Nicasio Gallego escribe, cuando más inflamados los ánimos estaban, una elegía al Dos de Mayo, en la cual podemos leer estos versos dedicados a sus héroes:

«Fuerte Daoiz, intrépido Velarde,
que osando resistir al gran torrente
dar supisteis en flor la dulce vida con firme pecho y con serena frente;
si de mi libre Musa
jamás el eco adormeció a tiranos,
ni vil lisonja emponzoñó a su aliento,
allá del alto asiento
a que la acción magnánima os eleva,
el himno oíd, que a vuestro nombre entona,
mientras la fama aligera le lleva
del mar de hielo a la abrasada zona».

Capitán Pedro Velarde y Santillán

Y la arenga final exhortando a la batalla:

«Ya el duro peto y el arnés brillante
visten los fuertes hijos de Pelayo.
Fuego arrojó su ruginoso acero:
«¡Venganza y guerra!», resonó en su tumba;
y al grito heroico que en los aires zumba,
«¡Venganza y guerra!», repitió Moncayo;
y al grito heroico que en los aires zumba,
«¡Venganza y guerra!», claman Turia y Duero:
Guadalquivir guerrero
alza, al bélico son, la regia frente,
y del patrón valiente
blandiendo airado la nudosa lanza,
corre, gritando, al mar: «¡Guerra y venganza!»

Juan Bautista Arriaza, quien por problemas de la vista se retiró de la Armada con el empleo de teniente de fragata, publica en 1810, en Londres, Poesías patriotas, libro que circuló ampliamente por nuestro territorio durante toda la guerra, contribuyendo así a la difusión de sus poemas, muchos de los cuales fueron transformados en canciones. Entre ellos se encuentra el famoso «Himno al Dos de Mayo», que comienza con estos versos:

«Día terrible, lleno de gloria,
lleno de sangre, lleno de horror,
¡Nunca te ocultes a la memoria
de aquel que tenga patria y honor!»
Este es el día en que con voz tirana
“¡Ya sois esclavos!” la ambición gritó;
y el noble pueblo, que le oyó indignado,
“¡Muertos, sí”, dijo, “pero esclavos, no!”
El hueco bronce, asolador del mundo,
al vil decreto se escuchó tronar;
mas el puñal, que a los tiranos turba,
¡Aún más tremendo comenzó a brillar!»

Otro militar que también ejerció el oficio de poeta fue el capitán de Infantería Cristóbal de Beña, quien publicó, en 1813, La lyra de la libertad. Poesías patriotas. A este libro pertenece el poema «El grito de guerra», cuyo final reproducimos a continuación:

«Perezca el guerrero,
que no repitiere:
¡Maldito el que huyere!
¡Vencer o morir!
Y siempre en campaña
por Grito de guerra
darase el que aterra
la impía maldad:
Que griten, España,
tus hijos entonces
al son de los bronces
sin fin: ¡Libertad!»

Manuel José Quintana

Manuel José Quintana publica, en 1808, España libre. Odas y Poesías patrióticas. Suyo es el poema titulado «Al armamento de las provincias españolas contra los franceses», del cual extraemos el siguiente fragmento:

«Llega, España, tu vez; al cautiverio
con nefario artificio
tus príncipes arrastra, y en su mano
las riendas de tu imperio
logró tener, y se ostentó tirano.
Ya manda, ya devasta; sus soldados
obedeciendo en torpe vasallaje
al planeta de muerte que los guía,
trocaron en horror el hospedaje,
y la amistad en servidumbre impía.
¿Adónde pues huyeron,
pregunta el orbe estremecido, adónde
la santa paz, la noble confianza
la no violada fe? Vanas deidades,
que solo ya los débiles imploran.
Europa sabe, de escarmiento llena,
que la fuerza es la ley, el Dios que adoran
esos atroces vándalos del Sena».

Hasta aquí, los poetas neoclásicos coetáneos de los hechos que recogen y que utilizan sus poemas como arma contra los franceses. Los demás son posteriores a ellos. Sin embargo, no podemos pasar por alto, dentro de esta parte de poesía culta, a Bernardo López García, quien en 1866 publicó su oda al Dos de Mayo, por todos conocida y que, por tal, solo citaremos su primera estrofa:

«Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes pendones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones».


Este artículo continúa en la Parte II.

Agradecemos la autorización para difundir este artículo a la Revista Ejército.


Últimos artículos publicados

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>